Hace mucho tiempo alguien descubrió que si uno perdía mucha sangre, quedaba francamente debilitado, y si la hemorragia seguía, podía morir. Así se dedujo que en la sangre había componentes
que no podíamos perder y que eran imprescindibles para nuestra supervivencia aunque no los vieramos. Pasarían muchos, muchísimos
años para ver más allá de lo que nuestro ojo puede ver y descubrir que era aquello que circulaba por nuestra sangre que nos era imprescindible: las células sanguíneas. Durante muchos años hemos sido unos ignorantes, y si avanzamos un poco en nuestro conocimiento fue sólo por que en la década de 1660 se
inventó el primer microscopio (Van Leeuwenhoek). En esa misma década, Robert
Hooke descubriría la célula.Los curiosos científicos de la época
intentaron mejorar los microscopios y fueron progresando en el conocimiento. La
década de 1830 fue muy prolífica, pues describieron por primera vez el núcleo
celular y el citoplasma. Fue ya en 1857 que se describió el primer orgánulo
(disculpe Valero, sistema de endomembranas), el mitocondrio.
Hoy, en cualquier colegio los alumnos de 12-14 años ya deben estudiar estos conceptos: lo que hace unos años era novedad, ahora es obvio. Con esto quiero
ejemplificar cuan rápido avanza nuestro tiempo. Pero más impresión que lo que yo
pueda escribir, os causará este vídeo:
Este post lo quería escribir
desde que vi el vídeo original “Did you know?” hace 2 veranos. Actualmente ya estamos en
la versión 4.0.
Ahora os explicaré como ha
avanzado la detección de moléculas, lo cuál supone un diagnóstico, que es en lo
que he estado trabajando este pasado verano. Para empezar debo responderos:
¿Qué es un anticuerpo? ¿Y un
antígeno?
Un anticuerpo es una molécula
producida por nuestros globulos blancos que se adhiere a los antígenos, que es
cualquier molécula que desencadena la formación de anticuerpos específicos. La unión entre ambos es muy específica, es decir, un anticuerpo se unirá solamente a un tipo de antígeno.
El primer montaje para detectar
moléculas en pequeñas cantidades se desarolló en los años 50 y fue el radioimmunoensayo (RIA) un tipo de ensayo
que se basa en la formación de complejos antígeno – anticuerpo. Luego midiendo la radiación emitida se podía
conocer la cantidad de antígeno o anticuerpo. Fue un gran descubrimiento como demuestra que el premio Nobel de 1977 se otorgó
a Rosalyn Sussman Yalow por crear el RIA para la detección de insulina. Tenía un inconveniente: el trabajar con radioactividad. Por eso en 1971, se desarrolló un ensayo muy similar pero sin el uso de radiación, el ELISA. El ELISA ha sido ampliamente utilizado, ya que no es peligroso, ya que tan sólo gasta la paciencia del operario (la peligrosidad depende pues de la mala leche del operario). Aquí os adjunto una imagen con distintos tipos de ensayos de ELISAs:
Desde finales de los 90, se han diseñado
unos ensayos automatizados para
realizar lo mismo con una tecnología muy parecida: se trata de unas micropartículas (unas partículas pequeñas con forma de pelotas) que están
recubiertas del anticuerpo o del antígeno, según se desee. A continuación, se echa la muestra, se echa un 2º
anticuerpo y se una reacción quimioluminiscente (emisión de luz como resultado de una reacción química). Rápido y sencillo. Sólo 30
minutos, contra las 2-3 horas que se tarda en hacer un ELISA y el estrés que
puede llegar a conllevar. Y aquí téneis la fotito de la máquina que nos ahorra tanto trabajo:
La idea que he querido transmitir en este post, espero que se haya entendido bien: cada vez progresamos más rápido. Tenemos ejemplos en muchos campos, sólo hay que ver la cara que se nos queda cuando aparece en un cajón el móbil que usabamos hace 10 años, o miramos fotos donde aparece "el coche de papá"... Debemos adaptarnos al progreso y eso es fácil para los jóvenes, pero no tanto para los mayores, de ahí nace el concepto brecha digital, que cada vez es más acusada.
La otra idea que quiero que se desprenda de este post, es que la ciencia avanza cada vez que se consiguen nuevos y mejores aparatos. God save the engineers!